En un hecho sin precedentes en el mundo del arte, un retrato de Alan Turing, matemático inglés y pionero de la informática, se convirtió en la primera obra creada por un robot humanoide en ser subastada.

La pintura, titulada A.I. God y realizada por la robot ultrarrealista Ai-Da, fue vendida el jueves en la casa de subastas Sotheby’s Digital Art Sale por 1,08 millones de dólares, superando ampliamente su tasación inicial de 180.000 dólares.

La venta, que marca un “hito en la historia del arte moderno y contemporáneo”, fue destacada por Sotheby’s como un reflejo de la creciente interacción entre la inteligencia artificial y el mercado global de arte.

El retrato, de 2,2 metros de altura, utiliza colores apagados y un diseño de planos faciales rotos, evocando las advertencias de Turing sobre los desafíos éticos de la tecnología de IA.

Ai-Da: un robot artista con mensaje

Ai-Da, el robot detrás de la creación, fue diseñado en 2019 por Aidan Meller, un especialista en arte contemporáneo que concibió la idea hace más de una década. Ai-Da no solo realiza obras artísticas, sino que también se comunica mediante inteligencia artificial.

“El valor clave de mi trabajo es su capacidad para servir como catalizador del diálogo sobre las tecnologías emergentes”, declaró Ai-Da tras la subasta.

El retrato de Turing, explicó el robot, invita al público a reflexionar sobre la “naturaleza divina de la IA y la informática” y las consecuencias éticas y sociales de estos avances.

Meller subrayó la importancia de que los grandes artistas sean capaces de capturar el espíritu de su época.

“En el siglo XXI, ese espíritu se encarna en la inteligencia artificial”, afirmó. Ai-Da, que recibe su nombre en homenaje a Ada Lovelace, pionera de la informática, representa la convergencia de arte y tecnología en una era marcada por rápidos desarrollos en IA.

La creación del retrato de Turing

El proceso creativo detrás del retrato de Turing es tan fascinante como la obra misma. Ai-Da generó ideas basadas en conversaciones con el equipo de su estudio, sugiriendo la temática, el estilo y el tono de la pintura.

Luego, se le mostró una fotografía de Turing a través de las cámaras que funcionan como sus ojos, y la robot produjo la obra. Meller destacó que la participación de Ai-Da fue un ejercicio de combinación entre ondas de inspiración artística y lógica tecnológica.

El equipo que desarrolló a Ai-Da incluyó a expertos en inteligencia artificial de las universidades de Oxford y Birmingham, quienes colaboraron para dotar al robot de habilidades de creación artística.

Meller recordó que Alan Turing, famoso por descifrar códigos durante la Segunda Guerra Mundial, ya había expresado su preocupación por el uso de la inteligencia artificial en los años 50.

La inquietante estética de A.I. God

El estilo de A.I. God refleja los dilemas que Turing anticipó hace más de medio siglo. Según Meller, “los tonos apagados y los planos faciales rotos” de la obra simbolizan las dificultades que la humanidad podría enfrentar con el desarrollo de la IA.

“El trabajo de Ai-Da es etéreo e inquietante, y continúa cuestionando adónde nos llevará el poder de la inteligencia artificial y la carrera global para aprovechar su potencial”, concluyó.

La venta millonaria de esta obra subraya el impacto de la inteligencia artificial en el arte contemporáneo y plantea nuevas preguntas sobre el papel de la tecnología en la creatividad y la cultura global.